En una playa un poco inhóspita suelen deambular distintos tipos de aves, especialmente especies de gaviotines, los hay grises, pardos, blancos y negros. En la arena negra se distinguen fácilmente los distintos grupos, separados por color; una especie de apartheid aviar, pues jamás se mezclan. Imposible no asociarlo a la segregación que se da en la especie humana. Uno llega a la conclusión de que es algo innato en todas las especies y que se da de forma natural. Si uno cruza a una leona con un tigre, dará origen a una nueva especie: el “ligre”, que viene con fecha de expiración, ya que a su vez no logrará reproducirse, pues es algo anti natura, algo demasiado forzado, que no tiene destino.
Estoy donde debo, me asocio con seres que son de mi especie, hablo el idioma que ellos hablan. Es lógico que dependa de cada persona sentirse cómodo con su sitio y no aspirar a ser lo que no se es….
Mi camino está jalonado de tropiezos por no saber comprender a tiempo lo anterior, la frustración se acumula cuando no se ha aprendido a esquivar con dignidad las trampas que pone el destino, mas la sabiduría finalmente llega, y ya no significa más de lo que realmente es…la nada misma. Hay, entonces un desahogo, un largo suspiro y toda esa rabia indómita y sin razón de ser, se va, como si se desinflara un globo. La satisfacción es infinita y permanente.
No es el camino que toma la mayoría y se desgastan interiormente en aparentar, en vestirse con un ropaje que no es de su talla, pero que insisten majaderamente en hacerlo entrar en su cuerpo mal tallado.
Me atraen las personas dignas, que con distintos grados de fortuna obvian ya lo dije “con dignidad” su buen o mal karma. Puede uno encontrarse a un mendigo, con su ropa hecha jirones, pero algo hay en su mirada que lo hace digno, la vida no ha logrado entumecerlo, sus pupilas aún rebosan vida y capacidad de asombro.